Las tecnologías han avanzado innumerablemente y con una eficacia imprescindible, ya que es a la fecha una importancia para el desarrollo de los negocios e indiscutiblemente para la humanidad.
El Instituto Norteamericano de Ingenieros Eléctricos (AIEE) surge en 1884, las aplicaciones eléctricas se incrementaban rápidamente, el 13 de Mayo de ese mismo año se hizo una reunión para formar una sociedad eléctrica nacional lográndose el Instituto Norteamericano de Ingenieros Eléctricos en la ciudad de Nueva Cork. Este instituto se dedicó a las comunicaciones por cable y sistemas de luz y potencia. Fundó las normas eléctricas en los Estados Unidos.
En 1912 los intereses y necesidades de la radio crecía, viéndose en la necesidad de desarrollarse mas, así que la Telegrafía Inalámbrica, Sociedad de Ingenieros, y el Instituto Inalámbrico se fusionan creando una sociedad nacional de científicos e ingenieros implicados en el desarrollo de las comunicaciones inalámbricas, el Instituto de Ingenieros en Radio (IRE).
La naturaleza de la tecnología del radio significó que los intereses del IRE se extendieran más allá de las fronteras nacionales. Por lo tanto, la nueva asociación buscó y atrajo miembros de muchos países.
Después de la Segunda Guerra Mundial el IRE y el AIEE se volvieron competitivas, presentaron problemas de sobre posición y duplicación de esfuerzo que lo resolvían parcialmente por comités y reuniones conjuntas.
En 1961 buscaron resolver estos problemas mediante la consolidación, siendo en el año 1962 que se formula y se aprueba un plan de fusión entrando en vigor el 1º de enero de 1963, creándose así el IEEE: (Institute of Electrical and Electronics Engineers) “INSTITUTO DE INGENIEROS ELÉCTRICOS Y ELECTRÓNICOS”.
A la fecha, este Instituto se ha convertido en la organización técnica profesional mundialmente prestigiada superando a las dos antiguas instituciones.
La creación de nuevos dispositivos ha ayudado a resolver las tareas de una manera fácil y mejor. El desempeño cada vez es efectivo y la satisfacción es sin dudar la mejor recompensa que pueda existir.